Por Julia Jaque

Querido desconocido, seguramente nunca nos hemos visto y nunca lo haremos. Pero si estoy escribiéndote esta carta es porque una parte de mi camino tenía que cruzarse con el tuyo, aunque fuese a través de letras en tiempos de pandemia, quién lo iba a decir ¿eh?

A menudo, somos testigos, desde lejos, del sufrimiento ajeno, y simpatizamos, pero no estamos directamente implicados. Sin embargo, cuando pasan cosas de este calibre, nos permitimos pensar y sentir diversas emociones mientras la persona enferma no somos nosotros, sino otros, tú.

¿Me permites tutearte?

Lo primero que me gustaría decirte es que no te molestases en tratar de responder la pregunta, “¿Por qué yo? “Gastarás demasiada energía para nunca obtener la respuesta. Tendrás que enfocar esa energía en lo que está por venir.

La cosa más grande y más difícil que deberás hacer en toda esta batalla es decidirte a luchar realmente contra tus miedos y, aceptar que hay cosas que no se pueden cambiar. Seria increíble que te comprometieses a hacer todo lo que esté a tu alcance para combatir tu enfermedad. Sin excepciones. Nada a medio camino. ¡Todo! Nada menos que eso, y deberías empezar por canalizar toda esa frustración y miedo hacia un lugar con más luz, como por ejemplo el de la esperanza y la fe. Cuando hayas hecho eso, habrás logrado lo más difícil que tendrás que conseguir durante todo el tratamiento. Y no importa cuán grave o cuán leve se te haga creer que tu enfermedad es. La mayor parte se vence con la mente. Que te digan que tienes Covid-19 no es el final, sino el comienzo de un proceso.

Habrá doctores haciendo cosas que quizás no te gusten. Incluso puede haber algo de dolor y sufrimiento y, ciertamente, muchas experiencias nuevas e inesperadas. Deberías, a mi parecer, decidir que el fin vale la pena porque eres el único que puede hacerlo. Nadie más puede hacerlo por ti. No hay mitad de camino. Es todo el camino. Pero cuando todo está dicho y hecho, sin importar los resultados, debes ir a por ello sin dudas ni titubeos. Es por eso que ningún paciente con Covid-19 puede permitirse el lujo de mirar hacia atrás y decir: “Ojalá hubiera …”. Nunca mires atrás. Concéntrate en este momento hacia adelante y haz todo lo que esté a tu alcance.

Nosotros, desde fuera, estamos con la mente dentro de los hospitales, de las residencias, de los centros para discapacitados, de los hogares que vivien en soledad. Sin olvidad el especio que ocupa toda esa gente que hace posible la solidaridad humana. Y nos encerraremos en casa todo el tiempo que sea necesario.

Estas no son palabras vacías. Mi presencia es inquebrantable para demostrarte mi apoyo moral. Te mando todo el amor que me cabe entre estas líneas.