Desde el inicio de pandemia se ha bombardeado en los medios de comunicación con la palabra soledad, hasta el punto de normalizar el concepto y principalmente relacionarlo con el colectivo de personas mayores.

En este momento empezamos a ver los efectos de esa soledad, que en un principio era por aislamiento preventivo y ahora se ha convertido en una soledad, no deseada.

El concepto de soledad no deseada, hace alusión a una percepción subjetiva de insatisfacción de la calidad o cantidad de relaciones sociales. Además, la persona que la percibe, siente que esa situación no la elige, sino que, por motivos ajenos a ellos, la tienen. El mantenimiento de esta situación puede desencadenar efectos negativos a nivel físico y emocional, siendo considerada por la OMS como una cuestión de salud pública. Cuando hablamos con las personas mayores de este sentimiento, normalizan esa situación, llegando incluso a justificar la insatisfacción de la calidad o cantidad de relaciones sociales por un hecho asociado a la edad y a los ritmos de la sociedad.

Bajo estas premisas, surgen estas preguntas: ¿quién ha normalizado la soledad?, ¿nuestros mayores o nosotros como sociedad?



Iniciativa enmarcada en el Proyecto de acompañamiento a la integración social de personas mayores que se sienten solas