Si echamos la vista un año y medio atrás, es apreciable el cambio de nuestro estilo de vida, la manera de relacionarnos a nivel social y en el entorno. El contexto nos ha obligado a adaptar todos los aspectos de nuestra vida de una manera vertiginosa, sin darnos tiempo a aprender o a enseñar aquello que desconocíamos, como puede ser el uso de las nuevas tecnologías. 

Se dice que la pandemia ha traído, para quedarse, una revolución tecnológica, el teletrabajo, telemedicina, trámites administrativos online, compras online… Para muchas personas ha sido fácil la adaptación, pero para otras, ha sido una adaptación forzosa al contexto y al uso de las nuevas tecnologías. 

Actualmente nos encontramos con personas de avanzada edad que mantienen este aprendizaje continuo sobre el uso de las nuevas tecnologías, como medio para relacionarse con familiares y amigos y acceder a recursos de interés. 

No por ello, dentro del colectivo también nos encontramos a personas que no disponen de la habilidad o el medio para acceder a un terminal que les favorezca el aprendizaje, unido a un relato de “esto de las nuevas tecnologías es un desafío” o “he llegado tarde a los móviles”. 

Ante estos discursos, como sociedad a nivel individual y colectivo, tenemos que acompañar a las personas mayores, para que este desafío sea un cambio de aprendizaje continuo, con una innovación social adaptada a la situación individual de la persona y siempre, llegando antes para la prevención de un aislamiento social y una soledad no deseada. 



Iniciativa enmarcada en el Proyecto de acompañamiento a la integración social de personas mayores que se sienten solas