Por Jorge Margall
Desde el suelo de Madrid elevaré la mirada al cielo
que se muestra generoso y animoso
en rejagar las riquezas que guardan las alturas al más curioso.
Desde el suelo mirad al cielo. Sí, desde el suelo,
y veréis un cúmulo de nubes blancas y esponjosas
que el sol enriquece con su luz y calor.
Y más alto, como queriendo divorciarse de las blancas en abrazo dulce y eterno,
otras de color oscuro que anuncian lluvias, vientos y tormentas.
Otras más al fondo, esquivas y rojo sangre, que afanosas y revestidas
de cruel sonrisa amenazan la gloria de la luz y el sol.
¡Cómo me siento? Contento; sí, contento.