Por Rosario

Me pongo a escribirte y no sé cómo empezar. Son muchas las ideas que se me agolpan en mi cabeza, intentaré ponerlas en orden. Fíjate que ha trascurrido tiempo desde que te fuiste y todavía me cuesta creerlo. Lo voy aceptando, pero eso no quita el dolor tan intenso que me produjo tu marcha. Sé muy bien que fue todo tan inesperado que por mucho que luchaste y te resististe, te venció. Era más fuerte que tú y no pudimos hacer NADA Si, te fuiste sin NADA. Nos dijeron que allí no ibas a necesitar ni dinero ni pasaporte ni… Eso me sonaba, era una de tus frases, ¿recuerdas? Cuando querías compartir algo de lo que teníamos con otras personas, siempre decías: “Es mejor disfrutarlo aquí, cuando nos vayamos no nos vamos a llevar nada”.

Esto me reconforta. ¡Ah!, se me olvidaba decirte que ya puedo volver cantar la canción que te gustaba sin derramar ni una lágrima. He cambiado las lágrimas por una leve sonrisa dedicada a ti. No hace falta que me contestes, sé que estás conmigo.



Iniciativa enmarcada en el Proyecto de acompañamiento a la integración social de personas mayores que se sienten solas