Por Teresa Basserra

Qué difusas quedan ahora las primeras noticias que escuchábamos sobre un virus que afectaba a determinadas provincias de China. Parece que aún nos cuesta entender que la globalización ha hecho muy próximas las distancias, las fronteras y las culturas y que ese acercamiento tiene un sinfín de consecuencias.

Y así, como quién no quiere la cosa, el Covid-19 se ha instalado en nuestras vidas.
Miles de noticias inundan nuestros móviles, las ondas de radio y los programas de televisión. Todos parecen saber mucho sobre el tema cuando, en realidad, a los pocos que de verdad entienden no se les escucha lo suficiente.

Al principio, mi ansiedad crecía al mismo ritmo que las informaciones que me llegaban, pero por suerte, poco a poco, estoy aprendiendo a almacenar positivamente las noticias.

Es cierto que la situación es anómala y grave, igual que es cierto que nadie está preparado para afrontarla.

Hoy hace ya dos semanas de nuestro confinamiento. Estoy enfocando la idea de estar tantas horas en casa de manera estimulante y disfrutar de aquellas cosas que siempre quedaban para más tarde y nunca hacía. Ya no corro; el reloj ha dejado de darme órdenes y no es importante mirarlo a cada momento. La lectura, la escritura, la música, esas fotos desordenadas y aquel armario que se resistía son, en estos momentos, mi día a día.

Mi preocupación se centra ahora en cosas tan reales como si la familia está bien, si los amigos siguen sanos, y si los enfermos, cercanos o lejanos, se saldrán de ésta. Creo que todos nos estamos volviendo un poco más humanos, que valoramos mejor lo que hace el prójimo por nosotros y se lo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones.

No es la vida a la que estabamos acostumbrados pero seguimos, sin duda, en una zona de confort. Tenemos alimentos, agua, luz, gas y ahora somos conscientes de la importancia que tienen todas estas cosas.

El sol sigue saliendo cada mañana y dentro de poco, o cuando sea, volveremos de nuevo a pasear y podremos abrazar a nuestros seres queridos.
Nuestra fuerza hará que todo sea más llevadero y estoy convencida que después de esta tormenta seremos mejores personas.